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Nuestra mentalidad influye en cómo enfrentamos la vida, los desafíos y el aprendizaje. En esta nota visual, represento dos maneras de concebir nuestras habilidades y capacidades: la mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento (basado en el trabajo de Carol Dweck, 2016).
¿Qué es la mentalidad y por qué importa?
La palabra mentalidad se define como el conjunto de creencias que caracteriza nuestra manera de pensar y actuar. Estas creencias influyen en nuestra interpretación del mundo que nos rodea y en la manera en que nos relacionamos y actuamos en él. En la imagen, las palabras que emergen desde la cabeza de la persona representan diferentes ejemplos de áreas en las que guardamos nuestras creencias con base en nuestro contexto y experiencias: inteligencia, talento, emociones, relaciones, trabajo, salud mental y liderazgo, entre muchas otras. En cada una de estas áreas, podemos adoptar una mentalidad fija, una mentalidad de crecimiento o ambas, dependiendo de las circunstancias.
Mentalidad fija: cuando creemos que no podemos cambiar
A la izquierda de la ilustración, la mentalidad fija se representa con un pensamiento limitante:
“Mi inteligencia y mis habilidades son inmutables. Yo soy así y no puedo cambiar. No hay nada que hacer.”
La mentalidad fija se caracteriza por la creencia que nuestras capacidades están determinadas desde el nacimiento y que el esfuerzo no hará una diferencia significativa. Esto puede generar miedo al fracaso, resistencia a los desafíos y una tendencia a evitar situaciones que impliquen salirnos de nuestra zona de confort.
Mentalidad de crecimiento: la posibilidad de cambiar
A la derecha, la mentalidad de crecimiento ofrece una perspectiva diferente:
“Mi inteligencia y mis habilidades se pueden desarrollar con esfuerzo y con dedicación. Puedo mejorar y cambiar si me lo propongo.”
Las personas con mentalidad de crecimiento creen que el aprendizaje y el desarrollo son procesos continuos. Ven los errores como oportunidades, los desafíos como formas de crecer y el esfuerzo como la clave para mejorar.
Reflexionemos: ¿Cómo influye nuestra mentalidad en nuestra vida?
La manera en que pensamos sobre nuestras capacidades impacta nuestra confianza y nuestras acciones. Si creemos que no podemos mejorar, es más probable que nos rindamos ante los primeros signos de dificultad o que ni siquiera hagamos el intento. En cambio, si entendemos que el cambio es posible, nos abrimos a nuevas oportunidades y aprendizajes, tomando acciones que nos permitan acercarnos a nuestras metas.
Algunas preguntas para reflexionar:
- ¿En qué áreas de mi vida tengo una mentalidad fija?
- ¿Cómo puedo comenzar a cambiar mi forma de pensar en esas áreas?
- ¿Qué estrategias puedo aplicar para fomentar una mentalidad de crecimiento en mí y en quienes me rodean?
El poder de la mentalidad radica en darnos cuenta de que siempre estamos en construcción. Lo que creemos sobre nuestras capacidades moldea nuestras acciones, y nuestras acciones determinan nuestros resultados. Entonces, ¿qué historia queremos contarnos?
Comparte en los comentarios un área en la que estés trabajando tu mentalidad de crecimiento. ¡Me encantaría conocer tu experiencia! Si te interesa este tema, sigue mi página para más consejos sobre crecimiento personal y aprendizaje, y no olvides suscribirte al newsletter para más inspiración.
Excelente artículo, mentalidad fija está en el estudio de otra lengua