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Recientemente tuve la profunda oportunidad de sumergirme en un libro que ha estado en mi lista de lectura durante mucho tiempo: “La Mujer Invisible” de Carolina Criado Pérez. Me uní a un grupo de mujeres perspicaces y apasionadas, y analizamos este texto revelador que estoy emocionada de compartir con ustedes en esta publicación.
Las Verdades Reveladoras de las Brechas de Datos de Género
Durante nuestra discusión, quedó claro que el mundo que habitamos ha sido diseñado, en gran parte, sin considerar a la mitad de su población: las mujeres. El libro de Criado Pérez es una revelación de las brechas de datos de género que existen en diversos sectores, desde la planificación urbana hasta la atención médica. Al leer el libro, no pude evitar sentir una mezcla de frustración y reivindicación. La ausencia de mujeres en los datos no es solo un descuido; es una profunda injusticia que impacta la vida cotidiana.
Interseccionalidad – Una Lente Clave para Entender el Sesgo de Género
Uno de los puntos más significativos que resonó en mí y en nuestro grupo fue el concepto de interseccionalidad. No se trata solo de género. La raza, la clase y la geografía juegan roles cruciales en cómo las mujeres experimentan el sesgo y la desigualdad. Aunque “Mujeres Invisibles” ofrece una visión general amplia, es vital recordar que estos problemas son aún más complejos. Las mujeres de color, las mujeres con discapacidades y las mujeres de países no occidentales a menudo enfrentan capas compuestas de sesgo.
Sesgos en el Sistema: Desde la Atención Médica hasta los Espacios Urbanos
El libro arroja luz sobre numerosos sesgos sistémicos. Por ejemplo, el hecho de que la mayoría de las investigaciones médicas se realicen con sujetos masculinos conduce a diagnósticos erróneos o tratamientos ineficaces para las mujeres. Los espacios urbanos, diseñados predominantemente por hombres, a menudo descuidan la seguridad y la comodidad de las mujeres. Las políticas laborales y loa forma en que los empleos son pensados a menudo fallan al no considerar las diferentes necesidades físicas y circunstancias de vida de las mujeres (por ejemplo, el embarazo y las responsabilidades de cuidado). La tecnología e inteligencia artificial han sido entrenadas con datos masculinos. Estas revelaciones no eran solo estadísticas en una página; se sintieron personales y me sorprendieron a medida que leía cada capítulo.
El poder de la abogacía y el alzar nuestra voz
Nuestra discusión subrayó la importancia de la abogacía. El cambio no ocurre por sí solo; se debe luchar para lorgarlo. Como mujeres, necesitamos alzar nuestras voces, ya sea por la distribución injusta de baños públicos o la necesidad de datos inclusivos de género en la investigación médica. Hay poder en la conciencia y aún más en la acción. También hablamos sobre la importancia de identificar qué plataformas son más poderosas para alzar nuestras voces y cuáles pueden proporcionar un mayor impacto.
El poder de nuestras elecciones lingüísticas
Discutimos cómo algunas mujeres se refieren a sí mismas como una minoría. ¿Somos una minoría? Esta pregunta me hizo pensar, y entonces fui a las estadísticas de datos de género del Banco Mundial, y esto es lo que encontré.
Definitivamente no somos una minoría, y referirnos a nosotras mismas como tal solo contribuye al sesgo existente actual a través de nuestro discurso. Podemos ser la minoría en una situación específica, pero eso no significa que debamos etiquetarnos libremente como una minoría. Es importante prestar atención a nuestro lenguaje y cómo nos referimos a nosotras mismas.
Viendo a Través de “Gafas Moradas”: Una Perspectiva Consciente del Género
Un concepto fundamental que discutimos, que me encantó, fue la idea de usar “gafas moradas”. Esta metáfora representa la adopción de una perspectiva que reconoce y busca comprender activamente los sesgos y las desigualdades de género. Se trata de ver el mundo no como se presenta, sino a través de un lente de equidad de género. Cuando nos ponemos estas gafas, comenzamos a notar los sesgos en la investigación, el diseño urbano, las políticas del lugar de trabajo y mucho más.
Algunos ejemplos de lo que las gafas moradas nos ayudan a notar son:
- El número de baños para mujeres en una instalación dada (debería ser más que para hombres)
- Objetos cotidianos y herramientas de trabajo que han sido creados teniendo en mente la fisiología masculina – y con los que las mujeres luchan al usar
- Los estudios que carecen de representación de mujeres y especialmente mujeres del Sur Global
- La falta de representación de mujeres en los libros de historia. (¿Quién escribió la historia que leemos?)
Esta conciencia es clave para identificar y abordar los problemas sistémicos de género que permean nuestras vidas.
“La Mujer Invisible” es más que solo un libro; es un llamado a la acción. Como sociedad, necesitamos reevaluar y reconstruir nuestros sistemas teniendo en cuenta a las mujeres. Es hora de reconocer y llenar estas brechas de datos de género, de mirar el mundo a través de un lente de equidad e inclusión. Tomemos estos conocimientos y convirtámoslos en cambios concretos para un futuro más equitativo. ¡Este es un libro que TODAS LAS PERSONAS deberían leer!.